Cuando hay sed de aprender, podemos decir que no existe edad para conocer y amar más a las mariposas; ejemplo de ello es doña Maria, una de mis estudiantes del año pasado. Ella supera los 70 años y siempre estaba feliz de salir "al monte" en busqueda del conocimiento.
Cuando el corazón es joven y se tiene definido lo que se quiere lograr, no hay límites...
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